Cuando
en mis orillas superiores
tiendes
tu esplendor
sobre
las arenas mías
como
una crisma celestial
descansas
y en tu
andar vas prendiendo los cirios
ardiendo
de paz y de consuelo
destruyes
el enervamiento
próximo
de mis deshoras
despojando
los secos pétalos de lo secreto
y
entonces me miras
y
entonces yo te beso
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